martes, octubre 12, 2010

la magia de una catársis


Cierra los ojos. Respira. Siéntete fluir, como flotando por encima de todo. Alza los brazos, intenta acariciar las nubes de tormenta. Atraviésalas. Nótalas mojándote el cuerpo mientras sopla el viento a tu paso. Túmbate encima de ellas y dibuja un ángel con tu cuerpo. Álzate. Míralo. Riete mientras le implantas cuernos y cola.

Yácete sobre ella. Átate cobrizo a la corriente eléctrica que se arrastra por la nube. Resucítate. Tus átomos son sus átomos. Su agua es tu sangre. Siente como azota cada miserable pedacito óseo de tu croquis. Siente como inflama cada bacteria celuloide de tu piel. Siente el placer. Siente el dolor. Fabrícate un deleite. Llénate los pulmones de pasividad. Vive tu nueva paz.

Fóllate.

Mide la distancia en la que te encuentras en ese preciso instante. Resalta tu indeferencia poniendo en pie la ceja izquierda. Emborráchate de desidia. Sumérgete en soberbia. Manda al Sol a la mierda. Arráncate una manzana y déjala caer sobre tus pasiones. Desafía lo prohibido. Baja, cómete la manzana y vuelve a subir. Fúndete en la superioridad total en la que te hayas. Déjate llevar por tus deseos y ambiciones.

Aspira a más.

Rompe tus límites, rompe tus reglas, rompe los topes que te separan de la ficción. Cómprate una nueva realidad relativa, paralela y manipulable, que sea tuya. Tuya y de nadie más. Adéntrate en ella, pierdete en tus laberintos, muérdete las uñas y haz un rastro con ellas. Siente el miedo, siente la impotencia. Apura la locura. Posiciónate fetalmente y grita hasta perder la voz.

Abraza de nuevo tu humanidad.

Sé feliz por sentirte vivo de nuevo. Ya has vuelto a casa. Otra vez.

Hugo Hidalgo.
Nunca unas palabras describieron tan bien una revolución...la propia..
No hagas caso del vértigo.

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