jueves, julio 09, 2009

Sobre el título....

Hace dias que me da vueltas por la cabeza el título del blog, el cual me ha sugerido una serie de reflexiones que queria plasmar por escrito. Al final, como siempre, me he perdido en mis propios pensamientos, así que no he sacado mucho en claro. Y quién no se ha pasado noches sin dormir reflexionando sobre esta pregunta... ¿cuál es, si tal estado existe, el estado puro de la emoción? ¿Que es lo que tiene la emoción que la hace tan irresistiblemente atractiva? ¿Existe una causa para la felicidad y el sufrimiento? Veamos si en esta ocasión, como en tantas otras, podemos encontrar en los clásicos un rayo de luz con el que iluminar la oscuridad emocional.
En 1948 Norbert Wiener publica su obra cumbre, Cibernética: comunicación y control en el animal y la máquina. Se reflexiona en ella como los seres vivos manejan los flujos de información a su alrededor para su mantenimiento y control homeostático. Los seres vivos tienen una intrínseca necesidad de reguladores conductuales que les lleven a realizar determinadas acciones a la vez que evitan otras. La emoción tiene su función como regulador biológico, que toma información ambiental externa (y también interna), de manera que el sistema se ve empujado a realizar acciones en pos de ese supuesto nirvánico estado llamado homeóstasis. Así que efectivamente, existe una razón para la felicidad y el sufrimiento: los sentimientos son un mecanismo de retroalimentación. Esa es la bonita teoría, un sistema de comunicación y control que permita interactuar con el entorno de una manera eficiente. Lamentablemente estos mecanismos biológicos distan mucho de ser perfectos. De hecho, me parecen un regalo envenenado que la evolución ha legado al género homo. Un caballo de Troya biológico que ha dotado al ser humano de un arsenal cognitivo emocional muy considerable, pero muy difícil de manejar.


La felicidad siempre me ha parecido un fenómeno muy comedido, casi tímido, efímero y volátil. Nadie se puede morir de felicidad. En cambio, el sufrimiento se levanta como una mole granítica impenetrable. El dolor desgarra el alma, hiela la sangre y corroe las entrañas. En palabras del maestro Cioran, mucho antes de que la física y la psicología hubieran aparecido, el dolor desintegraba a la materia, y la angustia al alma. Cuando nos devora un apetito de sufrir tal que, para acabar con él, necesitaríamos miles de existencias, imaginamos bien de qué infierno ha debido surgir la idea de transmigración.

Entonces si ambas emociones son distintos puntos del mismo eje, ¿por qué parece ser que el sufrimiento tiene una potencia exponencialmente superior a la felicidad? Pues porque somos el producto evolutivo de un diseño ciego, que no puede reconstruir ex novo sus mecanismos poco eficientes. Además si hemos llegado hasta aquí con este sistema, debe de funcionar de una forma u otra, de manera efectiva. La mente humana, siendo el más mágico y complejo fenómeno nunca habido en el universo, no deja de ser ampliamente imperfecta. De ahí que pobres de nosotros, nos vemos interactuando con nuestro medio biológico y social con un armamento sentimental del cual solo tenemos una remota idea de como conducirlo, bien torpemente. Por consiguiente, los sentimientos se convierten en un arma de potencial destrucción masiva, del mal uso de los cuales nadie se hace responsable, ni a nadie se puede pedir cuentas.


Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Ya sólo nos faltaba eso, la puntilla con la que aniquilar los restos de nuestro renqueante corazón. Parece ser que estos bienintencionados seres humanos no recuerdan que la esperanza se escapó de la caja de Pandora. En fin, aferrémonos a la promesa constructivista de una realidad maleable, pues, como dijo el filósofo, el infierno y el paraíso se encuentran en la mente de cada uno de nosotros.

GRACIAS ALBERT!!!

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